jueves, 10 de marzo de 2011

Piélago


Sentía la quietud reinar en el ambiente lóbrego,
una princesa yacía tendida en marmóreo féretro
el cual da paz y descanso a su vaina mortal.

Cuya anima fue sometida, por el toque del ladino
Thánatos divinidad funesta que la mece con sus manos
afiladas y decrépitas como si de una afligida marioneta se tratase.

Hasta que sendas lágrimas brotaron de esos ojos, marchitos e inertes
al entrever una centella enmedio de la tenebrosidad procedente del
amante eterno llamado Orfeo.

Galán de argéntea loriga, entona tu dulce melodía solo para
poder respirar en brazos del ser anhelado ya que el piélago se
entrecruza en su senda ahora helada.

L.I.H

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