jueves, 10 de junio de 2010

Estación



Fria era la imagen en el anden de la estación,
imperturbable era el poeta que absorto se hallaba.
Sentía la soledad crecer en su interior mas no sabia
si alguna vez cesaría ese dolor.


Vislumbro un resplandor en la oscuridad, quizás fueran
delirios de una mente enferma y abatida por el tiempo
mas escruto a la mas bella mujer jamas contemplada.


Ardientes como el fuego de Apolo eran sus ojos y una fina
sonrisa asomaba por sus labios los cuales parecían tallados
de la mismísima bóveda celestial.


Un latido broto del corazón de este viejo hacedor de sueños
se aproximo a ella sin tan apenas saber si era realidad
y juro amor eterno pues su pecho ardía en pos de ese extraño maleficio
que es amar sin tener miedo a nada.


Deseaba rozar su cabello negro como la noche eterna y conjurar a Afrodita para obtener su bendición la cual acuna su corazón ahora envuelto en esa sensación llamada amor.



L.I.H

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